miércoles, 11 de febrero de 2009

Darwinismo versos Doctrina Hebreos 11:6




HEBREOS 11:3

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,) de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía

Los cristianos creemos algunas cosas específicas e importantes. Estas creencias están basadas en las escrituras. La palabra inspirada de Dios, a estas creencias les llamamos doctrinas. De la misma manera que un edificio necesita fundamento, la fe cristiana debe estar basada en las grandes doctrinas. Si las doctrinas son el fundamento de la fe Cristiana, la doctrina de la creación debe ser considerada una de las bases principales.
Ya lo habíamos anunciado en reflexiones pasadas. El anuncio fue ayer: El Vaticano reconoce que Charles Darwin tenía razón. Declaración oficial concede que su teoría de la evolución es compatible con la fe cristiana. El Vaticano admitió que Charles Darwin estaba en la pista correcta cuando afirmó que el hombre descendía del mono. Un importante funcionario declaró ayer que la teoría de la evolución era compatible con la fe cristiana y que incluso sus orígenes se podían rastrear hasta San Agustín y Santo Tomás de Aquino."De hecho, lo que queremos decir por el término evolución es el mundo tal como fue creado por Dios", afirmó el arzobispo Gianfranco Ravasi, director del Consejo Pontificio para la Cultura. De acuerdo al diario The Times, monseñor Ravasi insistió en que las teorías de Darwin nunca fueron condenadas formalmente por la Iglesia Católica. La rehabilitación de Charles Darwin, de quien mañana se celebra el bicentenario de su nacimiento, había comenzado en 1950, cuando Pío XII describió la evolución como un enfoque científico válido. (Mandado por Isaac Benavides .Chile).
Por Darwinismo debemos entender la teoría de que las especies en las cuales las entidades orgánicas solían estar divididas no poseen propiedades constantes sino que son mutables; que los seres orgánico superiores se han desarrollado a partir de los inferiores y que el hombre en particular ha evolucionado gradualmente, en el curso de los siglos, a partir de un género ya extinto de simio; que lo orgánico, a su vez, emergió de lo inorgánico, y que la evolución es, por lo tanto, la manera en la cual bajo el influjo de leyes puramente mecánicas y químicas, el mundo presente ha llegado a existir. Esa es la tesis, o más bien, la hipótesis. Darwin trata de hacer que esta teoría de la evolución sea convincente por las siguientes consideraciones: primero, la naturaleza por todas partes pone de manifiesto una batalla por la vida en la que participa cada ser, y por la cual es forzado a desarrollarse y a perfeccionarse o sino perecer; segundo, de las incontables plantas, animales y gentes la naturaleza selecciona, para la supervivencia y la reproducción (“selección natural”), a las que estén mejor organizadas; esta selección natural es reforzada por la selección sexual, un proceso en el cual cada hembra da preferencia al macho mejor organizado; tercero, las propiedades favorables adquiridas por la batalla y la selección pasan de los padres a los hijos o incluso a los nietos (atavismo) y por mutaciones acumulativas perfeccionan cada vez más al organismo. Estas no son pruebas, claro está, sino suposiciones e interpretaciones de cómo la evolución es posible, según Darwin. Las pruebas para la hipótesis en realidad han sido derivadas exclusivamente del parentesco que puede observarse entre entidades orgánicas y que, tanto físicas como psicológicamente, existen también entre el animal y el hombre; de la mutación y transmisión de propiedades que observamos una y otra vez en el mundo de los humanos y de los animales.
La doctrina de la creación se conoce solo a partir de la revelación y es entendida por fe (Heb. 11:3). Se concede que la enseñanza Católica argumenta que también puede descubrirse a partir de la naturaleza y por medio de la razón, Tomas de Aquino en su tratado “Contra los Gentiles” y “Sentencias” establece esta verdad que hasta hoy es sostenida por la Iglesia Católica. El Concilio Vaticano incluso elevó esta doctrina al status de dogma. Pero la historia de las religiones y de la filosofía no apoya esta demanda. El Islamismo, efectivamente, enseña una creación de la nada.
Crear es una obra divina, un acto de poder infinito y por lo tanto es incomunicable, ya sea en lo natural y en la gracia a cualquier criatura, cualquiera que esta sea. La teología Cristiana atribuyó de la manera más unánime la obra de la creación a todas las tres personas en la Trinidad. La Escritura no dejaba dudas en este punto. Dios creó todas las cosas por medio del Hijo (Sal. 33:6; Prov. 8:22; Juan 1:3; 5:17; 1 Cor. 8:6; Col. 1:15-17; Heb. 1:3) y a través del Espíritu (Gén. 1:2; Sal. 33:6; Job 26:13; 33:4; Sal. 104:30; Isa. 40:13; Luc. 1:35). En este contexto el Hijo y el Espíritu no son vistos como fuerzas secundarias sino como agentes independientes o “principios” (principia), como autores (auctores) quienes con el Padre realizan la obra de la creación. LOS CRISTIANOS CREEMOS QUE LA CREACION DIVINA HIZO POSIBLE LA EVOLUCION, PORQUE DIOS CREO UN MUNDO QUE SE DESARROLLA, MUEVE Y CAMBIA. AL CONTRARIO DE LA CIENCIA HUMANISTA QUE CREE QUE LA EVOLUCION HIZO POSIBLE LA CREACION


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