Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová ha dado salvación en Israel.
La victoria sobre el enemigo para Saúl fue un acto salvifico de Dios mismo en toda la extensión de la palabra, el se refiere a si mismo como un instrumento solamente en las manos de Dios. Esta es la base para rechazar la demanda y decir que : “Ninguno debía morir porque se habia ganado una victoria”, primero sobre si mismo, porque Saúl se habia restringido en el ejercicio de sus derechos, segundo era una victoria sobre la ira de todos los que reclamaban que la justicia debía ser ejecutada, tercero era una victoria sobre los antiguos y constantes oponentes a Saúl y en cuarto lugar era una victoria sobre el pueblo los cuales seguirían a Saúl al ver su noble moral y condescendencia.
Al igual que en Dios, en sus enviados y discípulos, la misericordia y la justicia deben ser inseparables, en cualquier parte que estas dos virtudes marchen separadas el gobierno va a su final y a su ruina.
Ahora surge una pregunta ¿Cómo vio Samuel este acto de Saúl? ¿Que pensó Samuel acerca de perdonar a los rebeldes que querían desafiar las leyes y el mandamiento? Si Samuel hubiera juzgado esta acción de Saúl como un acto equivocado, la paciencia de la venganza, no habría sido recomendada ni recompensada nunca, aun en un día de tanta felicidad y liberación. Saúl no debía haber actuado tan intempestivamente, porque un hombre puede tener razones personales para ser valiente y generoso según su propia opinión, pero esto no es un acto de misericordia que deba ser alabado, porque no es un acto de condescendencia sino de falsa piedad, y falsa justicia que lo que pretende es ganar el afecto y la satisfacción de otras personas. Sin embargo Samuel se aprovecha de esta circunstancia para ganar el consentimiento general del pueblo a favor de Saúl. Joséfo dice que Saúl fue ungido una segunda vez en esta convocación.
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