Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia:
Wª'eeleh shªmowt bªneey Yisraa'eel habaa'iym Mitsraayªmaah 'eet Ya`ªqob 'iysh uwbeeytow baa'uw
La historia propiamente dicha del pueblo judío, comienza con el segundo libro de Moisés (Éxodo).La nación judía tiene sus raíces en la historia individual y familiar relatada hasta aqui. El texto señala este eslabonamiento, entre la historia individual y familiar relatada en el Génesis, y el comienzo de la nación, con la conjunción “Y” (hebreo VAV) que tristemente no tradujeron en las versiones en español, y que tan necesaria es para eslabonar los dos libros. El pueblo judío había nacido de una célula familiar, aun cuando cada uno tenia su propio hogar, se sentían unidos y ligados a su padre, cada uno de ellos formaban parte de una rama autónoma, y todos se sentían hijos de Jehová. Esta verdad presenta la vida familiar como la base de todo progreso histórico y religioso del pueblo de Israel. La vida familiar es presentada como una disciplina continuada que prepara al judío para ejercitar influencia positiva sobre la nación y hacer un cambio de acuerdo a los propósitos de Dios. Esta disciplina es en primer lugar dolorosa, segundamente armoniosa, pues tenia como objetivo un solo fin, en tercer lugar era engañosa, pues pudiera dudarse del amor de Dios con tan cruel y largo cautiverio y por ultimo era una disciplina que tenia como fin su plenitud, es decir su libertad.
Nada puede parecer al estudiante de la Biblia, mas inútil y falta de interés, que un catalogo de nombres. Se han dado muchas objeciones para no leer estas partes de las escrituras los domingos en la iglesia, sin embargo dice Pablo que “toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar”.
Detrás de todo este desarrollo familiar-nacional, esta la mano invisible de la providencia formando el pueblo de Dios. Estaban viviendo (dice Jamieson) en un país, donde, según el testimonio de un escritor antiguo, las madres tenían tres, y a veces cuatro hijos en un parto; y un escritor declara: " las hembras en Egipto, tanto en la raza humana como entre los animales, sobrepasan a todas las demás en fecundidad". A esta circunstancia natural habrá que añadirse el cumplimiento de la promesa a Abraham. Durante más de 200 años, mientras Abraham, Isaac y Jacob vivieron en libertad, la población hebrea creció lentamente; sólo unas setenta personas entraron en Egipto. Allí, casi en la misma cantidad de años, pero bajo cruel servidumbre, se convirtieron en una nación grande. Este aumento asombroso fue en conformidad con la promesa hecha mucho antes a los padres. Aunque a veces el cumplimiento de las promesas de Dios es lento, siempre es seguro. El Rabino Rashid, comentando este verso, da una idea que es muy hermosa y que queremos que Ud la medite: “Aunque Dios los había contado ya a ellos por sus nombres en el curso de sus vidas como indica Génesis 46:8-27 Dios los cuenta otra vez después de su muerte, para dejarnos saber cuan preciosos ellos eran para él, ellos son como las estrellas de los cielos, cual él las toma del horizonte y las trae por sus nombres y por su numero. Como dice Isaías 40:26 “él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.”
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