lunes, 17 de marzo de 2008

MAS EL FRUTO DEL ESPÍRITU ES…PACIENCIA

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia”

Santiago 5.7-8 :Gálatas 5.22



Según una frase muy antigua la paciencia es una virtud admirada por muchos y lograda por pocos. Muchos piensan que son pacientes cuando en realidad ya son esclavos, pues la línea que separa la clemencia y la paciencia bíblica y el esclavismo es delgada y opaca a tal punto que, de la tolerancia fácilmente podemos pasar a ser victimas, si desconocemos que se nos exige bíblicamente. No han sido pocas personas las que por obedecer a un supuesto mandamiento de tener paciencia, han sido sometidas durante años a vejámenes y maltratos.
La Biblia nunca será el manual de leyes del esclavista. La clemencia que la Biblia nos exige no es la perdida de nuestra personalidad e identidad, ni mucho menos que nos convirtamos en proyección de la personalidad de nadie. La Biblia nos llama a retener nuestra dignidad humana. Los traductores al español, usaron las palabras paciencia y longanimidad para traducir dos términos griegos distintos: el primero hupomone; significa “Ponerse debajo, y alude a la firmeza que se tiene aun estando bajo la prueba mas difícil. La segunda: makothumia significa literalmente constancia en el temperamento, calma en el momento de estar bajo las circunstancias.
A diferencia de la esclavitud, la paciencia no es el fin de nuestra voluntad, sino es la capacidad de aguantar, resistir largo tiempo sin desmoronarse. Es determinación, perseverancia, no rendirse hasta alcanzar el punto previamente planeado. Es seguir caminando, pues, mas allá de la prueba, porque en el horizonte de la esperanza se divisa el fin de un proyecto. El famoso músico Beethoven cuando quedo sordo dijo: “Coceré la vida por el cuello”. De esto es, precisamente, de lo que Pablo esta hablando Pablo en este pasaje.
Las pruebas que tiene que soportar la paciencia no son interiores ni originadas en una naturaleza carnal. No son el producto de nuestras desobediencias conciente o inconcientemente o de alguna ley divina o humana, son “las pruebas de la fe” las que dan esa paciencia. Son esas pruebas exteriores a las que somos sometidos por permisión divina con el objetivo de poner a prueba nuestra decisión de servirle y que terminan el cumplimiento del plan de Dios en nuestras vidas.
Dios manda a nuestras vidas las pruebas estrictamente necesarias, con el fin de cumplir su propósito, “NI UNA MAS NI UNA MENOS”, “Para Dios no existe prueba sin propósito, como tampoco existe paciencia sin una razón “

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