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Daniel 5.1, 2
El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.
Un genio pagano fabrico una vez una hermosa copa con una serpiente enroscada en el fondo, con un par de ojos centelleantes, una boca abierta y los colmillos listos para morder, de manera que cuando el bebedor vaciara la copa, apareciera de repente aquel terrible animal. Así son los placeres del pecado. Al final muerden como la serpientes, esta fue la experiencia de Belsasar al final de su gran fiesta impía (Vr1) .Inflado por el vino, pidió que le trajeran los santos vasos del señor, pero en aquella misma hora aparece la mano del señor en juicio, y el terror traspasa el corazón del aquel soberbio impío.
Observe la arrogancia de Belsasar mientras que los ejércitos de Gobryas estaban a la vista de la ciudad. Quizás Belsasar pensó que la ciudad era inexpugnable. Nabucodonozor la había construido para soportar cualquier cerco. La pared de la ciudad era de quince millas y fue construida de ladrillo. Tenía trescientos pies de alto y de un ancho tan enorme que cuatro carros podían viajar alrededor de las paredes de la ciudad. Es decir habrían podido poner una autopista sin peaje alrededor de la de la ciudad. Él tenía fuentes de grano y el agua duraba por años de hecho, había un canal acanalado del río Éufrates que pasó a la derecha a través de la ciudad.
Toda esta seguridad no valió de nada, ningún ejército puede proteger a una nacion cuando esta ha pecado tanto, cuando ha llenado la medida que Dios tiene.
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