jueves, 20 de noviembre de 2008

Restauracion espiritual Lucas 10:30-36


Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.

Restaurar es hacer volver a alguien o algo a su estado anterior. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento usan expresiones como “Restauración” “Renovación”, para dar una imagen del control de Dios sobre la historia y sobre la vida espiritual de los creyentes. El Nuevo Testamento utiliza palabras como ‘Paligenesia” “Anakainosis”, para describir el proceso restaurador obrado por el Espíritu Santo en la vida del creyente.

Ahora, la obra restauradora del y en el ser humano, no es tarea exclusivamente de Dios, nosotros como creyentes estamos llamados a ser colaboradores. Pablo escribiendo a los Gálatas dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre”.En este pasaje no solamente se nos plantea la realidad, de que somos llamados a ser restauradores, sino que nos dice también que no todos pueden serlo, porque hay que ser espiritual. Y en los versos, 22 al 25 del capitulo 5 se nos dice que es ser espiritual. La persona que puede dar un consejo sano, no es necesariamente el que cuenta con un titulo académico, no es el chaman, ni el adivino, sino que es la persona espiritual. Por espiritual se describe a la persona que mantiene una relación estable con Dios, que posee un equilibrio emocional, y que tiene fuerza moral.

La parábola del buen samaritano, nos describe las cualidades de lo que es un restaurador, sin duda el Samaritano era uno. Puso la necesidad por encima de las diferencias y prejuicios raciales, no catimó poner de su peculio personal para ayudar a la persona, dando de su propio dinero, renunció a la oportunidad de venganza, al no tomar revancha contra un judío, nación que los despreciaba. El sacerdote y el Levita, con todo su conocimiento de la ley no eran restauradores, Pusieron su ministerio por encima del deber de la restauración, y el ministerio que no pone en primer lugar la restauración, ha perdido el foco. Ante la necesidad humana no se piensa, se actúa, lo demás es demagogia. El deber de restaurar pone a prueba nuestro carácter y ministerio. La fe es una travesía, hay momentos cruciales a lo largo del camino en los que la verdad y la realidad impulsan a una persona de un estado a otro. No importa la madurez con que cuente, ni la experiencia que haya tenido, son momentos impredecibles y de mucha perplejidad e incertidumbre. No tender una mano amiga y solidaria, reírse de la miseria humana, como hizo el hijo de Noé, al burlarse de la embriaguez de su padre, nos identifica como persona que no hemos entendido la esencia del evangelio.




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