Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.
El argumento lógico que presenta el apóstol en éste pasaje es éste: “Debido a que Dios nos formó, debido a que somos iguales a él , somos seres vivos e inteligentes, somos más excelentes que la mayor obra de arte, es absurdo suponer, que la fuente del origen de nuestra existencia, sea de plata u oro”.
El ser humano es linaje de Dios, debe su existencia a Dios. Esta es una verdad, que aunque ha sido anticipada por poetas precristianos o extra judíos, que han tenido una luz tenue sobre el origen del hombre, ha sido definitivamente establecida por la Biblia. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne (Números 16:22) ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? (Malaquías 2:10). ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? (Hebreos 12:9).
La ciencia moderna directa o indirectamente confirma esta verdad, primeramente, a través del fracasado intento de explicar la naturaleza, mental y moral del ser humano, por medio de los postulados de la evolución y segundamente, a través de las circunstancias. Aunque la ciencia ha querido establecer una paternidad para el hombre, entre los animales, presentando al genero humano como un animal en desarrollo. Jamás ha sido capaz, de probarlo, solo lo que ha podido presentar es una hipótesis.
Esto es una consolación para el creyente, pues implica que nuestro Dios creador, es una inteligencia personal, no una fuerza sin sentido, ni una imagen sin personalidad. Dios es una personalidad viviente. Dios es, en una manera particular, el creador de los hombres. De una sola sangre ha hecho todas las naciones, hizo el primer hombre y cada hombre que existe. Dios es el creador de cada cuerpo humano y es el padre del espíritu humano, lo que implica en fin de cuenta, que todos los hombres somos parientes cercanos.
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