Hombres con llamado Numeros 4:5

Números (Bemidbar, במדבר) 4:5)

Cuando haya de mudarse el campamento, vendrán Aarón y sus hijos y desarmarán el velo de la tienda, y cubrirán con él el arca del testimonio.

Una ola de irreverencia hacia lo sagrado se mueve por el mundo, con la entrada de nuevas teologías, más populares, y con la participación cada vez mayor del pueblo común, en los cultos que se le ofrecen a Dios, se ha roto la línea que separaba lo sagrado de lo profano, se ha olvidado que en el culto a Dios hay tareas exclusivas que solo pueden hacer personas escogidas.
Solo la persona santa y dedicada, que había visto estos artículos dentro del santuario, era la que estaba capacitada para entrar en contacto con ellos, cuidarlos y transportarlos. Correspondía a Aaron y sus hijos, la tarea de revestir con coberturas los utensilios sagrados y luego entregarlos solemnemente a los levitas para su transporte, A los levitas les correspondía cubrir el arca del testimonio con una piel de tajash, extendían un paño todo de color azul, y luego insertaban las varas en el arca, este paño enteramente azul tipificaba el kisse ha Kavod (trono celestial). Los leviim y cohanim fueron elegidos para custodiar el Santuario, como representación de que Él es el fiel guardián de la Creación. Miembros de la tribu de Leví eran los encargados de transportar el Santuario con todos sus elementos y utensilios, para reflejar a Dios que es el que sostiene el Universo.
Hoy en día, no tenemos un Beit HaMikdash (Templo), y por tanto todos estos actos ya no se realizan, ¿en qué nos puede ayudar estas ordenanzas? .Esta es la lección: “No se podía, ni se puede, contratar ningún empleado para hacer esta honrosa tarea, aunque el levita fuera viejo era el encargado”. ¡Que error cuando encomendamos tareas tan sagradas, como canto, y ministracion a personas que no son levitas! .Los ministros no deben ser novicios, deben ejercer el oficio después de haber aprendido. Eso es claramente establecido por Pablo cuando dice: “Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles.”(1 Timoteo 3:8-10)