lunes, 9 de marzo de 2009

Amanecer con Dios Job 24:17

JOB 24 17

En las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron; No conocen la luz. Porque la mañana es para todos ellos como sombra de muerte; Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.

Muy pervertida debe estar una sociedad que prefiere la noche al día. Cuando para alguien los radiantes rallos del alba, le son como sombra de muerte, es que su condición es deplorable. Esa es la condición del mundo descrita por Cristo. “Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas (Juan 3:19)”.La diferencia entre el día y la noche, es igual a la diferencia entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. La mañana sugiere placer. “Suave a los ojos es la luz y agradable a los ojos ver el sol”. ¡Que hermoso es el amanecer con todas sus nuevas revelaciones y bendiciones! El amanecer es el emblema de la aurora de la vida espiritual en el alma. La mañana propone e insinúa un nuevo privilegio, con la mañana llegan todas las oportunidades y posibilidades de un nuevo día, las dificultades del día anterior quedan eliminadas. La noche por su parte es indicativa de tinieblas en aumento, de desesperanza presente y futura. Con la noche, la resplandeciente luz se ha desvanecido, y las espesas nubes negras se extienden por el cielo, los que han estado empleando con gratitud la luz del día, entran en su reposo, mientras que los que han estado desperdiciando el tiempo, han perdido su oportunidad. Espiritualmente es una condición bien triste. La noche proclama como heraldo una separación eterna de Dios. Por eso el apóstol nos exhorta: “Andemos como de día, honestamente: no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidias (Romanos 13:13)”. Los hombres escogen la noche para sus orgías, pero nuestra noche ha pasado, porque somos hijos de la luz y del día. Debemos hacer pues solamente aquello que puede exhibirse a la luz de tal día.
Pablo comenzó esta sección sobre ética cristiana general, con un recordatorio de la nueva situación en la que ahora viven los creyentes. Ya no son más “de este mundo” (Romanos 12:2) y así mismo la concluye. Los creyentes deben conocer el tiempo presente: un tiempo en el que esperamos el inminente amanecer del día (12), ese “día del Señor Jesús” que traerá nuestra salvación final, la salvación es un proceso que se completará sólo cuando hayamos sido librados del derramamiento de la ira de Dios en el último día. De ahí el ruego de que andemos como aquellos que viven como de día (12b, 13), y de abstenernos de aquellas acciones que son características de las tinieblas, ese sistema del mundo opuesto a Dios. El v. 14 dice lo mismo en diferentes palabras: debemos rodearnos (“vestirnos”) del Señor Jesucristo en tal forma que todo lo que hagamos sea hecho a través de él y para él, y ni siquiera debemos pensar en aquellos deseos pecaminosos que provienen de este mundo pecador y caído.


Rev. Samuel M Gonzalez

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