Salmo 94:17
Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio
Nadie como David sabía lo que era estar en una situación desesperada. El describe éste estado como: “pozo de la desesperación, lodo cenagoso” La característica común de la desesperación es que los sentidos se ofuscan. La desesperación se impone al sentido común, empezamos a actuar sin coordinación, sin dirección, ni sentido de meta, palpamos la pared a medio día. Nuestro cerebro se bloquea y ya no tenemos la capacidad de confiar en Dios. Como dijo el filósofo Soren Kierkegaard. “La desesperación es la enfermedad mortal, que termina en la muerte, sin nada más después de ella.”
Este versículo dice que la única ayuda que nos rescatará de las profundidades del desánimo y la preocupación es la de Jehová (v.17). Hoy en día, escuchamos como las personas reciben ayuda de su médico, psiquiatra o consejero. Esto no es malo Dios sí usa a las personas para traernos una palabra de paz o un consejo en el momento oportuno, pero no debe ser nuestra única esperanza de ayuda. Tenemos que reconocer que Dios es el que tiene el consuelo que necesitamos. No podemos depender totalmente en el hombre, tenemos que depender de nuestro Dios. Si Dios no es el que me ayuda, entonces “pronto morirá mi alma en el silencio” (v.17). Algo significativo es que la Vulgata Latina no traduce “Silencio” sino “Infierno”.Esto hace al texto mas descriptivo
Cuando se aproximan aquellas situaciones que nos provocan ansiedad, quizá no siempre tenemos la libertad de ir a pedir ayuda. Pero con Dios podemos ir cualquier ora y gritar: “Mi pie resbala” (v. 18). ¡No entiendo esta situación! ¿Por qué paso esto en este instante? El salmista estaba consciente que a Dios no le asustan nuestras dudas. Él es el más indicado para oírlas porque es el más apropiado para ayudarnos.
Existen fuentes de tensión para el cristiano, la primera es el estado del mundo actual, el sentimiento de irreligión que prevalece, el libertinaje y la iniquidad del ser humano actual. Cuando comparamos, cuan pocos son los que buscan de Dios, y cuan pocos reconocen su naturaleza caída y necesidad de Dios, el verdadero cristiano, siente desesperación, otra fuente de desesperación que constantemente presiona al verdadero cristiano, es “la condición actual de la iglesia”.La palpable inconsistencia entre la vida de numerosos cristianos profesantes, y las reales demandas del evangelio, es objeto de muchas preocupaciones para el alma pía. Pero la mayor fuente de tensión en el cristiano es su propio estado individual, la amargura de su corazón, el no creer a Dios, el no buscar su dirección.
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