Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.
(MaTeeh `uzªkaa yishlach Yahweh miTsiyown Rªdeeh bªqereb 'oyªbeykaa)
Este salmo es puro evangelio, habla solo y completamente concerniente a Cristo y su deidad. Su cumplimiento cubre todo el periodo presente, hasta la segunda venida de Cristo, y se cumplirá cabalmente cuando inicie el reino milenial de Nuestro Señor, El tema principal del salmo es el Mesías prometido a los padres y esperado por ellos, es claro que los antiguos judíos lo entendían así, sin embargo los modernos judíos lo han pervertido y le han robado el significado al salmo. El Señor Jesús propuso una pregunta a los Fariseos, sobre las primeras palabras de este salmo. (Mateo 22:41) Cristo les dice que David en el espíritu le llama a él, Señor, ellos prefieren no contestar nada, ni tampoco trataron de decir que el salmista no estaba hablando del Mesías. Para ellos era claro que el salmo era mesiánico aunque le daban vueltas al significado para su propio provecho. Si el salmo no hubiera sido profético, de seguro los Fariseos le hubieran replicado a Cristo. Con su silencio, aceptaban que el salmo se refería al Mesías. Está claro entonces que aquí el profeta habla del Mesías y de ningún otro hombre. Cristo en su persona hace el oficio de profeta, sacerdote y rey. En este salmo debemos actuar en fe sobre Cristo, someternos enteramente a él, a su tolerancia y gobierno, triunfar en él como nuestro profeta, sacerdote, y rey, por quien esperamos ser gobernados, enseñados, y salvados, para siempre. Someternos como el profeta, el sacerdote, y el rey, de la iglesia entera, que reinará hasta que haya puesto todo reino, principado, y gobierno en el suelo, y entregado el reino a Dios el padre.
En cada extremo de este hermoso salmo, vemos dos verdades. Primeramente, vemos a Dios obrando a través de un gobernador humano, para llevar a cabo sus propósitos. En el otro extremo vemos a Dios indicando cual es el camino, para prepararnos como un pueblo especial para el Mesías: “Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, En la hermosura de la santidad.” ¡Bendecido sea el Dios de gracia! Él tiene un pueblo que él ha elegido desde antes de la fundación del mundo para ser su porción peculiar. Éstos por naturaleza tienen voluntades tan obstinadas como el resto de los hijos de Adán; pero cuando viene el día de su poder, y gracia y él exhibe su omnipotencia, llegan a estar dispuestos a arrepentirse, y a creer en Jesús. Nadie es salvo involuntariamente, sino que la voluntad se hace dulce para rendirse. ¡Que poder tan grande este, que jamás viola la voluntad humana y sin embargo la gobierna! Dios no rompe la cerradura, sino que él la abre con una llave maestra que el solo puede manejar.
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