miércoles, 24 de junio de 2009

Salvacion Sacramental 2

Estamos concientes, que lo que más queremos , es servir a Dios con todas nuestras fuerzas y corazón, estoy claro que han habido muchos y valiosos misioneros y obreros de Dios en la historia que no han estado de acuerdo con mi doctrina y eso no los convierte en asalariados y malos obreros, los hombres acostumbramos a medir los hombres, pero al siervo de Dios, lo mide Dios, en todo caso, utilizamos todo nuestro empeño, para arrancarle a la santa palabra de Dios, las verdades que en muchos casos, permanecen vedadas, por nuestra poca inteligencia humana, por la ambigüedad de algunos pasajes, o por nuestras pasiones, pero nunca con intención de pisotear la persona y obra de nuestro bendito señor Jesucristo, Lo que no podemos negociar nunca, es que “Solo Cristo Salva” y que “Viene por su Pueblo”. La ordenanza del bautismo con agua se ha visto sujeta a incontables controversias durante la historia de la iglesia y ha traído como resultado importantes divisiones en la iglesia organizada. En general, las discusiones han caído sobre dos puntos importantes: 1) si el bautismo con agua es solamente un ritual o realmente otorga algún beneficio espiritual al receptor; 2) la cuestión del modo, si el bautismo es por inmersión o si puede administrarse válidamente por efusión, refiriéndose al bautismo por rociamiento o por efusión de agua sobre el bautizado.
Los que sostienen que el bautismo con agua es un ritual, creen que representa una verdad espiritual, pero que en sí mismo no otorga ninguna gracia sobrenatural a la persona bautizada. Quienes sostienen que el bautismo con agua confiere alguna gracia especial varían ampliamente en la medida que el bautismo beneficia a la persona bautizada
Algunos creen en la regeneración bautismal, esto es, que el agua aplicada en el bautismo afecta el nuevo nacimiento del creyente; otros sostienen que solamente provee una gracia o inclinación hacia la fe y obediencia del evangelio. Quienes se oponen a la idea del bautismo como sólo un ritual se refieren al bautismo como un bautismo real inseparablemente relacionado con el bautismo del Espíritu y el nuevo nacimiento del creyente.
El segundo problema surge en conexión con el modo del bautismo. Aquí la controversia gira en torno a la cuestión de si la palabra «bautizar» se usa en sentido primario o secundario. El significado primario de bautizar es «sumergir» o «meter en» algo, agua por ejemplo. La palabra griega que significa «zambullir» no se usa para dar la idea de bautismo con agua. Consecuentemente algunos argumentan que el bautismo se usa en el sentido secundario de iniciación según el cual uno pasa de una relación antigua a una nueva relación.
Cristo se refirió a su muerte como un bautismo (Mt. 20:22-23), y los israelitas que pasaron el mar Rojo sin que el agua los tocara son señalados como bautizados en la nube y en el mar (1 Co. 10:2). En esto se basa el argumento que dice que la inmersión física en agua no es necesaria en el bautismo bíblico.
En la historia de la iglesia surgió la práctica del derramamiento de agua sobre la persona bautizada en cumplimiento del símbolo del derramamiento del Espíritu en la salvación, o la aplicación de agua en cantidad menor, bautismo que se llama por aspersión. La historia de esta doctrina se ha caracterizado por discusiones sin fin. En algunos casos, como el ejemplo del bautismo de Cristo, las implicaciones parecen señalar que fue bautizado por inmersión. En otros casos, como en el bautismo del carcelero de Filipos (Hch. 16:33), se sostiene que es muy improbable que el carcelero y su casa pudieran haber sido sumergidos en la oscuridad de la mañana antes del amanecer, y el bautismo normalmente tendría que haber sido por rociamiento mientras aún estaban en la casa.
Como el bautismo por inmersión es reconocido por todos como un bautismo ritual, la tendencia ha sido seguir este modo en muchas iglesias evangélicas en vez de entrar en la controversia de si la efusión es el modo legítimo de bautismo. Sin duda, se ha dado excesiva importancia al modo de bautismo, ya qué la cuestión más importante es si el individuo ha nacido de nuevo y ha sido bautizado por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo. En los diccionarios bíblicos se pueden encontrar argumentos en pro y en contra de las’ diversas definiciones. Sea cual fuere el modo del bautismo, el significado final es que el creyente es separado de lo que era sin Cristo para ser lo que es en Cristo, participando en los beneficios de la muerte y resurrección de Cristo. La iglesia primitiva observó el rito del bautismo en forma constante, y prácticamente todas las ramas de la iglesia practican el bautismo en alguna forma en el día de hoy.
En cuanto a la fe, quiero aclarar que “No somos salvos por fe, sino por gracia mediante la fe”, creo firmemente que la salvación esta condicionada solamente por la fe (La cual es un don de Dios) .En unos 115 pasajes del Nuevo Testamento se declara que la salvación del pecador depende sólo de creer, y en aproximadamente 35 pasajes se dice que depende de la fe, lo cual es un sinónimo de creer. Creyendo, un individuo ejerce el deseo de confiar en Cristo. Es un acto del hombre en su totalidad, no solamente de su intelecto o su emoción. Mientras que el asentimiento intelectual no proviene de la fe real, y es meramente una motivación de las emociones, por lo tanto escasa en fe, el creer es un acto definido en el cual el individuo desea recibir a Cristo por la fe, la obediencia es solamente el acto practico y visible de la fe, refleja la actitud básica del creyente ante Dios, los textos bíblicos la definen como ”escuchar”, la obediencia es el mas fuerte indicio de que en una persona existe la verdadera fe bíblica, Abrahán al oír la voz de Dios se fue rumbo a Canaán, esa es la relación que existe en bautizo, fe , obediencia, el bautismo no es un simple rito, sino una confesión de fe dramática, mediante actos y palabras, el penitente muestra que ha aceptado plenamente, las verdades respecto a la encarnación, muerte vicaria, y resurrección de Cristo, en el acto mismo del bautismo, el penitente muestra que ha muerto para el mundo, y ahora ha nacido para Dios
En todas partes la Escritura armoniza con esta abrumadora verdad. Sólo Dios puede salvar un alma, y Dios sólo puede salvar a través del sacrificio de su Hijo. El hombre no puede sostener ninguna otra relación para la salvación que creer en el mensaje de Dios hasta el grado de volverse de sus propias obras para depender solamente en la obra de Dios a través de Cristo. Creer es lo opuesto a hacer cualquier cosa; es, en lugar de ello, confiar en otro. Por lo tanto, se viola la Escritura y toda la doctrina de la gracia se confunde cuando la salvación se hace depender de cualquier otra cosa que no sea creer. El mensaje divino no es «cree y ora», «cree y confiesa pecado», «cree y confiesa a Cristo», «cree y sé bautizado», «cree y arrepiéntete» o «cree y haz restitución». Estos seis puntos añadidos se mencionan en la Escritura, y allí tienen su total significado propuesto, en el pasaje dado; pero si fueran tan esenciales para la salvación como creer, nunca hubieran sido omitidos de ningún pasaje donde se declara la manera para ser salvo (notar Jn. 1:12; 3:16, 36; 5:24; 6:29; 20:31; Hch. 16:31; Ro. 1:1ó; 3:22; 4:5, 24; 5:1; 10:4; Ga. 3:22). La salvación es sólo a través de Cristo y, por lo tanto, los hombres son salvos cuando le reciben como su Salvador.
Ahora la gracia es un sistema de vida, Para el hijo de Dios bajo la gracia, cada aspecto de la ley ha sido eliminado (Jn. 1:16, 17; Ro. 6:14; 7:1-6; 2 Co. 3:1-18; Gá. 3:19-25; Ef. 2:15; Col. 2:14).
1. Las ordenanzas legales del sistema mosaico y los mandamientos instituidos para el gobierno del reino no son ahora las guías principales del cristiano. Han sido reemplazados por una regla de conducta nueva y de gracia que incluye en sí misma todo lo que es vital en la ley, aunque la reafirma bajo el orden y el carácter de la gracia.
2. El hijo de Dios bajo la gracia ha sido liberado del peso de un pacto de obras. Ahora él no lucha para ser aceptado, sino que es libre como uno que es aceptado en Cristo (Ef. 1:6).
3. El hijo de Dios no está llamado ahora a vivir por la energía de su propia carne. El ha sido liberado de este rasgo de la ley y puede vivir en el poder del Espíritu. Desde que la ley escrita fue dada a Israel, ella pudo liberarse de los mandamientos escritos de Moisés solamente por la muerte de Cristo. Sin embargo, tanto el judío como el gentil fueron liberados por esa muerte del desesperado principio del mérito humano y del vano esfuerzo de la carne.
4. En contraste con la ley, la palabra «gracia» se refiere al favor inmerecido que representa el método divino de tratamiento con el hombre que fue introducido con Adán. Bajo la gracia, Dios no trata a los hombres como ellos se lo merecen, sino que con una misericordia y gracia infinitas, sin hacer referencia a lo que realmente merecen. Esto es libre de hacerlo sobre la base de que el justo castigo por el pecado, que de otro modo su santidad podría imponer sobre los pecadores como retribución a sus hechos, fue satisfecho por el Hijo de Dios.
Aunque el pueblo de Israel experimentó la gracia de muchas maneras, como regla de vida ellos pasaron de una relación de gracia con Dios a una relación legal con Dios. Cuando aceptaron la ley, como se aprecia en Éxodo 19:3-25, ellos neciamente presumieron que podrían guardar la ley de Dios completamente ignorando su necesidad de la gracia como la única base posible de ser aceptado delante de Dios. La experiencia de Israel bajo la ley, por consiguiente, demuestra a todos los hombres la imposibilidad de ser liberado del poder del pecado por medio de la ley como principio.
5. En contraste con la ley, la gracia es revelada en tres aspectos diferentes: a) salvación por gracia, b) seguridad por medio de la gracia, y c) la gracia como una regla de vida para el salvado.
a) Dios salva a los pecadores por gracia, y no hay otro camino de salvación ofrecido a los hombres (Hch. 4:12). La gracia salvadora es el amor sin límites y libre de Dios por el perdido en conformidad con las exactas e invariables demandas de su propia justicia a través del sacrificio sustitutorio de Cristo. La gracia es más que el amor; es amor que libera y hace al cristiano triunfante sobre el justo juicio de Dios contra el pecador.Cuando El salva a un pecador por gracia, es necesario que Dios termine con cada pecado, porque de otro modo éstos demandarían un juicio y así dificultarían su gracia. Esto es lo que El ha hecho en la muerte de su Hijo. También es necesario que cada obligación sea satisfecha, con este objeto la salvación ha sido efectuada como un absoluto regalo de Dios (Jn. 10:28; Ro. 6:23; Ef. 2:8). Además, es necesario que todo mérito humano sea eliminado, para que ninguna cosa que Dios realice esté basada en ningún modo en los méritos de los hombres y no en su gracia soberana solamente (Ro. 3:9; 11:32; Gá. 3:22). Ya que todo elemento humano está excluido, el evangelio de la gracia es la proclamación de la gracia poderosa, redentora y transformadora de Dios, la cual ofrece vida y gloria eternas a todo aquel que cree.
b) El programa divino de la seguridad por medio de la gracia demuestra que únicamente por medio de la gracia Dios guarda a aquellos que son salvos. Habiendo provisto un camino por el cual El puede actuar libre de sus propias demandas de justicia contra el pecado; habiendo dispuesto la retribución de cada acción humana, y habiendo puesto a un lado eternamente todo mérito humano, Dios ha de continuar el ejercicio de su gracia hacia el salvado para darle la seguridad de su protección eterna. Esto es lo que El hace y al hijo de Dios se le dice que está en la gracia (Ro. 5:2;1 P. 5:12).
c) Dios también provee una regla de vida para el salvado basada únicamente en el principio de la gracia. Dios enseña a aquellos que están salvados y seguros la manera cómo deben vivir en la gracia y cómo vivir para su eterna gloria. Del mismo modo como la ley ha provisto una completa regla de conducta para Israel, así Dios ha provisto una completa regla de conducta para el cristiano. Puesto que todas las reglas de vida que están presentadas en la Biblia son completas en sí mismas, no es necesario que sean combinadas. Por lo tanto, el hijo de Dios no está bajo la ley como una regla de vida, sino bajo los consejos de la gracia. Lo que él hace bajo la gracia no tiene como objetivo conseguir el favor de Dios, sino porque él ya ha sido aceptado en el Amado. El no está confiando en la energía de la carne, sino en la manifestación del poder del Espíritu. Es una vida que se vive sobre el principio de fe: «Mas el justo por su fe vivirá.» Estos principios están declarados en los evangelios y en las epístolas.

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